lunes, 3 de febrero de 2020


Los Aluxe

En la tradición maya se cuenta que los antiguos pobladores creaban con barro unos “hombrecillos”, de apenas dos palmos de estatura, sobre los que derramaban algunas gotas de sangre, y a los que colocaban escondidos junto a los sembrados de maíz, con la finalidad de que cuidaran de estos sembrados. Según cuentan las leyendas, estos duendecillos custodiaban las cosechas contra los animales y los ladrones, tirándoles piedras si pretendían entrar.
Cuando moría el agricultor que los había credo, los Aluxe quedaban al servicio del Señor de Maíz. Y cuando la propiedad que custodiaban cambiaba de dueño, éste debía de ganarse la benevolencia de los pequeños “hombrecillos”, ofreciéndoles comidas y oraciones. De lo contrario se exponían a ser víctimas de sus maldades en forma de apedreamientos, de no dejarles dormir, de maltrato a sus animales o de asustar a sus niños.
Como estos seres viven cientos de años, cada vez que la propiedad cambiaba de dueño, se había de repetir el mismo rito, intentando ganarse el favor de estos duendecillos.

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