Eos

Era la diosa del alba, ‘la de rosáceos dedos’, como la describe Homero. Era hija de titanes y  hermana de Helios, dios del sol, y de Selene, diosa de la luna. Cada mañana iluminaba al mundo y cada tarde, antes de la puesta del sol, recorría el cielo en un carro del que tiraban los caballos Faetón y Lampos.

Era muy enamoradiza, pero debido a que Afrodita la odiaba, sus romances nunca acababan bien. Cuando se casó con Titono, hijo del rey de Troya, pidió a Zeus que concediese a su marido el don de la inmortalidad, olvidando pedirle que lo conservara joven. Zeus accedió, de modo que Títono iba envejeciendo, disminuyendo y arrugándose, hasta convertirse en un escarabajo al que Eos encerró en un cuarto para no verle más.

Entre otras muchas conquistas, fue famosa la del cazador Orión con el que fue a la isla de Delos, el sagrado lugar de Artemisa, la cual se sintió tan ofendida que mató a Orión y lo ascendió al firmamento en forma de constelación.

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La mujer serpiente

Según esta leyenda nicaragüense, la bella mujer de un cacique de un pueblo a orillas de Río Viejo, tenía, entre otras, la extraña costumbre de ir todos los viernes a un sitio específico de dicho río cargada de alimentos y de bebidas. Nadie sabía qué hacía allí, y, lógicamente suscitó la curiosidad de la gente y también de su marido. Éste mandó a uno de sus sirvientes a que siguiera a la mujer y le informara de lo que hacía. Al cacique no le gustó lo que el sirviente le contó que había visto y decidió seguir él  mismo a su mujer al viernes siguiente. En efeto, la siguió a distancia y pudo ver cómo ella, una vez llegada al río, golpeaba el agua con la mano. Al momento pudo ver cómo salía de la profundidad una enorme serpiente a la que la mujer le daba de comer y cómo, seguidamente se ponían a realizar el acto sexual.

Termina la leyenda diciendo que el Cacique decidió matar a la mujer y que la serpiente, enfurecida, removió las aguas del río hasta tal punto que causó una inundación tal que el pueblo quedó anegado y destruido.

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El Basilisco

Según la mitología griega era una serpiente gigante que mataba con la mirada y que con su aliento resquebrajaba las piedras, envenenaba las aguas y marchitaba la flora. Se le ha representado de distintas maneras a lo largo del tiempo. En el siglo VIII se representaba como serpiente con una cresta y se creía que nacía de un huevo de gallina empollado por un sapo. Otra tradición dice que nace de un huevo puesto por un gallo e incubado por una serpiente. Vive en el desierto y muere al oír el canto del gallo o si se encuentra con una comadreja o si se ve reflejado en un espejo. En la Edad Media se le representaba con la figura de un gallo con cuatro patas, con alas espinosas y cola de serpiente.

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Nure Ona

Es una leyenda japonesa de la Mujer Serpiente. Se trata de un ser que tiene cabeza de mujer y cuerpo de serpiente. La cabeza tiene un cabello largo y hermoso, ojos de serpiente y dientes afilados. Merodea por las costas de Japón y se alimenta de nadadores desprevenidos. Suele simular que es una chica que se está ahogando, agitando la cabeza y los brazos sobre la superficie del agua, para atraer a su presa. Cuando alguien se acerca para salvarla, ella, con sus garras poderosas, lo sumerge en las profundidades, donde le chupa la sangre.

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La tribu Kukukuku

Es una tribu de Papúa-Nueva Guinea, su gente es conocida como los Kukukukus’ por las demás tribus. Son temidos por su belicosidad. De pequeña estatura, practican la homosexualidad como medio para controlar la natalidad. Tienen prohibido el contacto físico entre ellos y suelen atacar por sorpresa a los pueblos vecinos con gran violencia, por lo que son muy temidos. Acostumbraban a engordar a los enemigos capturados para practicar con ellos el canibalismo.

Son temerosos de los espíritus y de las ánimas de los difuntos, que, según ellos habitan en la tierra y en el agua. No entierran a sus muertos, los momifican y, una vez  atados,  los acuestan sobre una parrilla de ramas y hojas y los ahúman mediante unas brasas que ponen debajo y que mantienen vivas durante días. Beben los líquidos que expulsan los cadáveres para recuperar la esencia del pariente difunto. Permanecen junto a él mientras dura el tiempo de momificación, después llevan a la momia a un panteón familiar, que suele ser la cornisa de un acantilado. Una vez al año, bajan las momias y reparan sus desperfectos con maquillajes, mientras les piden consejo y protección.

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Leyenda argentina de El Agua Santa

Cuenta la leyenda que un cacique de la tribu guaraní  estaba casado con una mujer piadosa y caritativa, conocida y respetada por sus obras buenas. Tenían un hijo que resultó ser un valiente guerrero, pero déspota y cruel. Cuando murió el cacique, el hijo tomó el mando y, envidioso de la fama de su madre, resolvió matarla. La condujo al bosque, le dio un golpe con un palo en la cabeza y la mujer se desplomó inerte. Después cavó un hoyo en la tierra y colocó el cuerpo verticalmente dentro y se apresuró a taparlo. Cuando sólo quedaba la cabeza por enterrar, la madre volvió en sí, y, advirtiendo la maldad de su hijo, empezó a llorar abundantemente. Tanto, que el caudal de sus lagrimas impedía que la tierra que su hijo le le lanzaba terminara de cubrirla. Entonces el hijo, furioso, quiso golpear de nuevo la cabeza de su madre con un palo, pero Tupá, el dios guaraní, lo castigó, convirtiéndolo en piedra.

Las lágrimas de la madre reblandecieron el terreno y la piedra se hundió. Tiempo después los ancianos de la tribu encontraron una fuente en este lugar y la consideraron agua santa.

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