miércoles, 28 de octubre de 2020

Acontio

Un joven de la isla de Ceos, acudió en cierta ocasión a las fiestas de Delos y allí vio a una muchacha bellísima, acompañada de su nodriza, y se quedó prendado. Se enteró de que se llamaba Cidipe y la siguió hasta el templo de Artemis. Allí vio que la joven estaba sentada contemplando el sacrificio y se le ocurrió grabar en la corteza de un membrillo lo siguiente: “Juro por el templo de Artemis que me casaré con Acontio”. Después, desde la distancia, le arrojó el membrillo a los pies de Cidipe. Lo recogió la nodriza y se o dio a la muchacha y ésta lo leyó en voz alta. Al momento cayó en la cuenta de que había pronunciado un juramento, se sonrojó y tiró lejos el membrillo.

Acontio volvió a su isla enamorado de Cidipe. Mientras tanto, cuenta el mito que el padre de la muchacha por tres veces preparó para su hija un casamiento con pretendientes elegidos por él y por tres veces no pudieron llevarse a cabo a causa de que Cidipe enfermaba tan pronto como comenzaban las fiestas del casamiento.

Consultado el oráculo de Delfos, el dios comunicó al padre de Cidipe que ésta había formulado un juramento ante la diosa Artemis y que ésta no permitiría que Cidipe se casara si no era con Acontio. Y así fue cómo la ocurrencia que tuvo el muchacho tuvo un final feliz, pues el padre de Cidipe accedió a que su hija se casara con él.

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miércoles, 21 de octubre de 2020

Victoria Regia

Es ésta una hermosa flor de agua, cuyo origen explica una leyenda amazónica.

Mucho tiempo atrás, una joven y soñadora india, llamada Naia, gustaba de reunirse con otras jóvenes a las orillas del río, para contemplar la belleza de la naturaleza y comentar sus sueños e ilusiones. Naia creía que si pudiese tocar la luna, se transformaría en una estrella y se subió a un árbol para intentarlo. Como no lo logró, otro día corrió hasta la montaña más alta para tocar la luna y tampoco lo consiguió.

Pero una noche, que se había acercado al río como de costumbre, vio la luna reflejada en la superficie de las aguas y, sin pensarlo entró en la corriente para tocarla, pero desapareció sumergida.

Termina la leyenda afirmando que la luna tuvo compasión de Naia, la joven y bella india soñadora,  y la transformó en esta hermosa flor, la Victoria Regia.


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miércoles, 14 de octubre de 2020

 Jano

Es el dios de los dioses en la mitología romana y no tiene equivalente en la griega.

Era considerado el que abre y cierra las estaciones y los años, por eso tiene consagrado el primer mes del año, enero, derivado de su  nombre. Protector de los pasos y las puertas, en las dos direcciones. Se le representaba así con dos rostros contrapuestos.

Según Arobio, los romanos  honraban al sol bajo los nombres de Apolo y de Jano. Pero la relación entre Apolo y Jano se debe a que los griegos veneraban a Apolo como protector de las puertas y las calles de las ciudades. Jano, en Roma cumple el mismo papel. Se le representa bifronte, con doble faz, porque mira a los cuatro puntos cardinales y ordena el espacio para vivir.

Se dice que Jano repelió a los sabinos con agua hirviendo, cuando éstos quisieron tomar el Capitolio. Por eso, cuando Roma estaba en guerra las puertas del templo permanecían abiertas para recibir la ayuda del dios; y cuando estaba en paz se cerraban.

Se le tiene como inventor de la agricultura, del dinero y de la navegación.  

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miércoles, 7 de octubre de 2020

Fergus y Muirdris

Una leyenda celta cuenta que Fergus, que era un rey muy querido, paseando un día junto al río, fue sorprendido por la presencia repentina de Muirdris el caballo monstruoso de las aguas. Fue tal el susto y el terror que sufrió el rey que su cara quedó desfigurada para siempre. Desde entonces quedaron ocultos y tapados todos los espejos del palacio para que el rey no viera su fealdad.

Pero un día, una esclava, en venganza por haber sido castigada le gritó al rey su defecto y éste mandó que le trajeran un espejo y se contempló en él. Al verse, tomó su espada, se calzó sus zapatos mágicos y fue en busca del Muirdris.

Cuando Fergus llegó al río, se sumergió en él y así estuvo durante un día y una noche. Al cabo de este tiempo, sus súbditos que estaban apostados en la orilla, vieron cómo las aguas se teñían de rojo y cómo el rey salía del agua con la cabeza de Muirdris en la mano.

Cuando Fergús llegó agotado a la orilla, depositó la cabeza de Mirdris en el suelo y al momento murió, pero todos admirados pudieron contemplar cómo la fealdad de su rostro había desaparecido.

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