Cu Chulain y Connla

 

Según esta leyenda Celta, en el reino del Ulster, vivía un famoso guerrero, llamado Cu Chulain. Éste marchó por un tiempo a la tierra de las Sombras, donde amó a la princesa Aifa. Cuando Cu Chulain tenía que regresar al Ulster, hizo prometer a  Aifa, que  estaba embarazada, que al hijo que tuvieran le pondría por nombre Connla, que le pondría una anillo dorado, que le enseñaría a no decir nunca su nombre y a no rehusar nunca un combate.

Pasaron los años y en el mar del Ulster apareció un barco, de remos dorados y cargado de piedras, al mando del cual iba un joven que no cesaba de lanzar las piedras con una honda. Conor, el rey pensó que si dejaba acercarse más al barco, supondría un serio peligro y fue mandando sucesivamente a varios mensajeros para convencer al joven de que se fuera, obteniendo en todos los casos una negativa por respuesta. Conor entonces envíó guerreros para matarle, pero el muchacho a muchos de ellos los hizo prisioneros y a otros los mató.

Como recurso último, el rey Conor llamó a Cu Chulain para que fuera él quien expulsara al joven del barco. Cu Chulain, se enfrentó a él, preguntando por su nombre; y ante la negativa del muchacho, entraron en combate. Cu Chulain hirió al joven con su arma Gae Bolg y, cuando este agonizaba, pudo ver que llevaba un anillo dorado por el que reconoció a su hijo. Éste pidió a su padre poder despedirse de todos sus guerreros antes de morir y así se hizo. Poco después, el joven expiró.

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Nut

Diosa egipcia creadora del universo y controladora del movimiento de los astros. Es  el cielo, la bóveda celeste y se representa como una mujer inclinada sobre la tierra, apoyándose en ella con las manos y los pies   y el cuerpo arqueado. Nut tiene una hermana, Geg, la rierra; y ambas son hijas de Shu, el aire. Su padre las separó de forma violenta. Este hecho significa la creación ordenada del mundo sacándolo del desorden y el caos inicial.

Era protectora de los muertos. Éstos acudían a ella para que les diera alimentos y ella les daba el poder renacer para acompañar al dios-sol cada día. Ella moraba en un sicomoro y a sus ramas acudían las almas cansadas a refugiarse del calor.

Según el mito, Nut daba a luz al sol diariamente haciéndolo pasar por su cuerpo, hasta llegar a su boca donde desaparecía, para iniciar de nuevo el recorrido al día siguiente.

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 Lizzouli

Lizzouli era una muchacha azteca de ojos grandes y crenchas negras que se dejó hundir en el lago Mexi, en el valle de Anahuac, para que sus aguas verdes la cubrieran, en dolorosa despedida de la vida por un sufrido y triste desamor. En el fondo del lago la recibió Tlaloc, el dios de las aguas, quien después de oírla, la convirtió en sirena.

Cuenta la leyenda que, desde entonces, se oye por las noches una voz dulce que pierde a los pescadores. Locos de amor, se arrojan al agua para encontrar a Lizzouli y se ahogan, rendidos por el esfuerzo, después de nadar durante horas. Una noche, Lizzouli sorprendida, vio cómo su antiguo amor se tiraba al agua y nadaba hacia ella. El amor renacido convirtió a la sirena de nuevo en mujer y ambos se hundieron en el lago para siempre.

Concluye la leyenda diciendo que al día siguiente sus cuerpos abrazados fueron encontrados por unos marineros a la orilla del lago. Desde entonces suelen verse a menudo dos sombras paseando como dos enamorados y las muchachas de la región recogen las flores del borde del lago, porque dicen que son las lágrimas de Lizzouli y con ellas tocan su cabeza a modo de guirnalda para que su amor sea siempre fiel.

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Adrasto, Rey de Argos

Siendo rey, había recibido un oráculo, según el cual casaría a sus dos hijas con un león y un jabalí. Tiempo después acogió en su palacio a Polinices, que venía cubierto con una piel de león, y a Tideo, que venia cubierto con una piel de jabalí, ambos huidos de sus respectivos territorios a causa de rivalidades dinásticas. Así pues casó a su hija Deípile con Tideo; y a su hija Argia con Polinices. Adrasto intentó reponer en el trono de Tebas a Polinices lo que  motivó la llamada ‘guerra de los siete contra Tebas’, en la que murieron todos siendo Adrasto el único superviviente, gracias al corcel, regalo de Hércules, con el que pudo escapar. Diez años más tarde, pudo regresar a Tebas al mando de ‘los epígonos’ los hijos de sus compañeros muertos, y conquistó y destruyó Tebas. A su regreso murió de pena, pues en la guerra había perdido a su hijo Egialeo.

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