sábado, 15 de noviembre de 2025

La ajorca de oro

Se trata de una leyenda andaluza de origen becqueriano que cuenta la historia del valiente joven Pedro Antonio de Orellana y de su novia María Antúnez, una joven caprichosa. Cuenta la historia que María, llorando, un día  pidió a Pedro que robara para ella la ajorca de oro que llevaba la Virgen del Sagrario de la Catedral de Toledo. A pedro le pareció mal la idea y, en un principio se resistió, pero quería tanto a María, que terminó por aceptar, tomando la resolución de dar satisfacción al capricho de su novia.

Pedro llegó a la catedral y se dirigió al altar de la Virgen. Al aproximarse, sintió un temor extraño y cerró los ojos para no ver el rostro de la Virgen, Con los ojos cerrados le arrebató la ajorca. Bajó del altar y al abrir los ojos, vio horrorizado cómo una multitud de estatuas de santos, monjas, damas, pajes, ángeles y demonios llenaba por completo la catedral y caminaban hacia él. Intentó gritar y se encontró sin voz, aterrorizado cayo al suelo desmayado.

A la mañana siguiente un encargado de la Catedral encontró a Pedro en el suelo con la ajorca en la mano. Vio cómo reaccionaba, se levantaba, volvía el rostro hacia la Virgen arrojaba la ajorca de oro y salía corriendo de la catedral. Concluye la leyenda afirmando que Pedro enloqueció y quedó en este estado el resto de su vida.

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