Leyenda cántabra del oso y el buey
Cuenta
esta leyenda que Santo Toribio, patrón de Liébana, empezó a finales del siglo
X, a construir un templo sobre el solar
de una antigua iglesia. Le ayudaba un buey manso, robusto e infatigable,
acarreando piedras y troncos. Un día el oso, que se creía el dueño de los bosques
de Liébana, se enfadó tanto con la presencia del buey, que se avanzó sobre él y
lo mató. Santo Toribio, indignado, recriminó al oso su salvaje agresividad y le
hizo saber que dejaría de ser un bruto para pasar a ser obediente con el Creador.
Termina
la leyenda diciendo que, efectivamente, el oso se volvió manso y desde entonces
sustituyó al buey en las labores de la construcción del templo.
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