Este mito
argentino habla de la historia de dos hermanos huérfanos, chico y chica, que
vivían juntos. Resumiendo, diré que ella se portaba mal y que él, cansado,
decidió abandonarla. Para ello, la hizo subir a un árbol, y le dijo que
esperara mientras él iba a buscar miel silvestre. Cortó todas las ramas y dejó
a su hermana en la copa, sin poder bajar. Él no volvió y ella lloraba desolada,
mientras sus piernas se iban transformando en garras de ave nocturna; su nariz
y uñas se encorvaban; de sus hombros salían plumas y sus brazos se
transformaban en alas. Desesperada, gritó “¡kakuy, kakuy! Palabra quechua que
significa: “¡hermano, hermano!” La leyenda concluye diciendo que este es el
origen del pájaro kakuy.
En esto
coinciden prácticamente la totalidad de las versiones que sobre la leyenda
existen. En lo que no coinciden es en explicar la naturaleza del comportamiento
de la muchacha con respecto a su hermano. Hay dos versiones:
Una de ellas
explica que mientras su hermano se desvivía en cuidados y reservaba para ella
todo lo mejor, ella era perezosa y desordenada; mientras él le procuraba los
mejores frutos del campo, ella le tiraba la comida por el suelo y le pagaba con constantes desprecios.
Otra versión
apunta la posibilidad de que ella fuese requerida sexualmente por su hermano y
lo rechazara, por pesar en su ánimo el incesto como pecado. Algunos
historiadores insisten en que ésta sería la versión original de la leyenda.
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