Las semillas del Gualok
Se trata de una
leyenda del pueblo ‘toba’, en El Gran Chaco. Según esta leyenda, los indios vivían
felices, en un clima agradable, donde ni el frío ni el calor eran extremos. Pero,
Nahuet Cagüen, representante de las tinieblas del mal, les mandó a Nomaga, el invierno,
para hacerles sufrir con las lluvias, los vientos, los hielos hasta que se les
congelase la sangre en las venas y no quedase ser vivo sobre su tierra.
Asustados los
Tobas, acudieron a Nakta Noón, representante de la luz y del bien para que no
permitiera a Nomaga llevar a cabo su objetivo. Le mandaron cuatro representantes:
el picaflor, el palo borracho, la pequeña viuda y la planta de patito, para que
intercedieran en su nombre y Nakta Noón les escuchó y les regaló las semillas
del Gualok, que en su lengua es el algodón.
Los cuatro embajadores,
ayudados por el viento, esparcieron las semillas por todo el territorio y así
fue cómo nacieron las plantas del algodón. Las mujeres hilaron los blancos
copos, logrando tejidos que coloreaban con esencias vegetales y consiguieron túnicas
con las que se abrigaban, venciendo así al cruel Nomaga. Dice la leyenda que Nahuet
Cagüen se enfureció tanto que acabó convirtiéndose en la ‘’lagarta rosada’, que
es la plaga de los algodonales.
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