El buey Apis

En el mito egipcio, Apis era el buey en cuyo cuerpo se había instalado el alma de Osiris al morir. Se le representaba como un buey negro con una mancha blanca en la frente, una media luna en el costado y una águila en la espalda.

En el rito de su adoración, se escogía el buey y era cuidado por las mujeres durante cuarenta días en Nilópolis; después, era trasladado a Menfis en un navío por la corriente del río. Aclamado por la multitud, era conducido al santuario de Osiris donde había dos establos y según se introdujera en uno o en otro era interpretado como augurio de buena o de mala suerte.

El buey sólo podía vivir un número determinado de años. Al término de los cuales, era conducido al Nilo y allí era sumergido. Después era embalsamado y se celebraban funerales con mucho sentimiento como si Osiris hubiera vuelto a morir. Después los sacerdotes escogían otro buey para sucederle y el pueblo celebraba fiestas durante siete días, como si Osiris hubiera vuelto a resucitar.

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