martes, 29 de enero de 2013
LA INMORTALIDAD
La
inmortalidad suele ofrecerse en las mitologías distintas como premio y descanso
final para los héroes y humanos bondadosos. Así el “campo de los juncos” de
Egipto, como en el “elíseo” de los romanos, aparecen como ejemplo de esos
lugares de felicidad.
miércoles, 23 de enero de 2013
La trascendencia
En
prácticamente todas las mitologías, los humanos bajan al reino de la muerte en
busca de respuestas por parte de los dioses. Como en el Hades griego, los
héroes pueden visitar los infiernos para rescatar a un amigo o a una amada.
Es común a
todas las culturas cuestionarse los secretos del más allá: la mortalidad y la
inmortalidad; la búsqueda de la verdad; el juicio final, etc.
Los egipcios
concebían el más allá como un estrecho valle atravesado por un río y separado
de este mundo por una cordillera.
Los “Guarayú”
de Bolivia explican que el alma del muerto puede elegir entre un sendero amplio
y cómodo y otro estrecho y peligroso. Si se escoge el estrecho el alma ha de
sortear muchos peligros hasta reunirse en el paraíso con el “Abuelo”.
Una de las
pruebas es pasar junto al árbol que conoce todos los secretos de la vida pasada
del muerto y no hacerle caso ni escuchar su voz.
sábado, 12 de enero de 2013
La ondina Caricea
Borenia era hija de Medulio, jefe de la tribu astur, allá por el año 19 antes de Cristo. Los romanos habían invadido “Las Hispanias” y estaban en continuas disputas por el dominio de las tierras de El Bierzo. Al mando de este ejército romano estaba el joven general Tito Carsio, quien se enamoró locamente de Borenia, jurando conseguir su amor después de derrotar a los astures y de paso las riquezas y el magnífico tesoro que Medulio poseía.
Antes de la batalla definitiva, los astures imploraron a sus antepasados el valor y el temple para enfrentarse a los romanos y Medulio escondió a Borenia en un bosque hasta que terminara el combate. En medio de éste, se desató una terrible tormenta y un rayo fulminó a Medulio y fundió todos sus tesoros salpicando de pepitas de oro las imponentes montañas de granito.
Carsio supo del
paradero de Borenia, fue a su encuentro y le dijo que habían firmado la paz.
Borenia lo creyó y se dejó seducir por la juventud y gallardía del general
romano. Cuando descubrió la verdad y vio que su padre había muerto y que su
pueblo había sido sometido, las lágrimas asomaron a sus ojos y lloró tanto y
con tanta intensidad que inundó el valle, se formó un lago y su cuerpo fue
arrastrado hasta el fondo y allí sigue hasta hoy. Su espíritu se transformó en
una hermosa ondina, a quien llaman los lugareños Caricea y a quien muchos de
ellos dicen haber visto las noches de San Juan, peinando sus cabellos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)