Arrechavala
(Leyenda nicaragüense)
Son varias les versiones de la leyenda del Coronel Arrechavala
y su yegua ‘La Cordobesa’ en las calles de León, principalmente en calle Rubén
Darío (antigua calle real) entre las iglesias de El calvario y San Juan Bautista,
Sutiaba. Todas coinciden en la aparición del Coronel montado en su yegua. Unas veces
recorre la calle y otras el patio de que fue su casa.
La primera versión escrita de la leyenda de Arrechavala data
de 1956 y se encuentra en la obra de Andrés Vega Bolaños, embajador de Nicaragua
en España, titulada Historia de Nicaragua.
Según Salomón Somarriba, tataranieto de Joaquín Arrechavala,
la leyenda fue inventada por los contrabandistas hondureños de tabaco para facilitar
la introducción de sus mercancías en la ciudad durante la prohibición del tabaco.
Otro de los supuestos en los que se basa la leyenda es que
Joaquín Arrechavala solía pasear por las noches montado en su caballo en guardia
en previsión de revueltas que fueron comunes en esa época de transición de la historia
de Nicaragua. En esas guardias solía espantar a los ciudadanos que encontraba a
su paso y estos, al oír el trotar del caballo huían de su encuentro.
La creencia popular es que su espíritu recorre las calles
de León en busca de su fortuna que debe de estar enterrada en algún lugar de la
ciudad. Pero el sentir popular es que la riqueza acumulada debe ser repartida, de
alguna manera, entre la comunidad. Por ello, cuando una persona rica muere, su
alma no puede descansar, por lo que vaga
errante entre los vivos hasta que su riqueza no se distribuya de alguna manera.
El pueblo trata de esta forma de buscar la justicia de la repartición igualitaria
después de la muerte cuando no se ha podido realizaren vida.
En la ciudad de León de Nicaragua, el personaje más popular es el espíritu de este rico militar que después de muerto sigue cabalgando por sus calles asustando a sus habitantes montado en su caballo, lujosamente vestido con charreteras, fajas y espuelas de oro. Solamente se deja ver por las mujeres, por los hombres ni se deja ver, aunque pueden sentir su látigo.
(tomado de la red)
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