Geras

Personificación de la viejea, siendo ‘Senectus’ su correspondiente latino. Era preludio de ‘tánatos’ (la muerte) y teniendo como opuesta a ‘Hebe’, diosa de la juventud. Suele representarse bien como un hombre encogido y arrugado, bien como una mujer apoyada en un báculo, que lleva una capa y que mira a un pozo donde hay un reloj.

Se decía de ella que sólo los dioses estaban libres de su poder y que sólo Afrodita sabía cómo retardar sus efectos. Un tal Titono lo había conseguido ya que Eos lo hizo inmortal, pero olvidándose de hacerlo eternamente joven. De modo que iba envejeciendo hasta convertirse en una masa decrépita, a quien su amada abandonó. Suplicaba entonces porque se le diera muerte y acabó convirtiéndose en cigarra.

Geras era respetada por los dioses, valoraban su experiencia y le permitían morar en el Olimpo.

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Arrechavala

(Leyenda nicaragüense)

Son varias les versiones de la leyenda del Coronel Arrechavala y su yegua ‘La Cordobesa’ en las calles de León, principalmente en calle Rubén Darío (antigua calle real) entre las iglesias de El calvario y San Juan Bautista, Sutiaba. Todas coinciden en la aparición del Coronel montado en su yegua. Unas veces recorre la calle y otras el patio de que fue su casa.

La primera versión escrita de la leyenda de Arrechavala data de 1956 y se encuentra en la obra de Andrés Vega Bolaños, embajador de Nicaragua en España, titulada Historia de Nicaragua.

Según Salomón Somarriba, tataranieto de Joaquín Arrechavala, la leyenda fue inventada por los contrabandistas hondureños de tabaco para facilitar la introducción de sus mercancías en la ciudad durante la prohibición del tabaco.

Otro de los supuestos en los que se basa la leyenda es que Joaquín Arrechavala solía pasear por las noches montado en su caballo en guardia en previsión de revueltas que fueron comunes en esa época de transición de la historia de Nicaragua. En esas guardias solía espantar a los ciudadanos que encontraba a su paso y estos, al oír el trotar del caballo huían de su encuentro.

La creencia popular es que su espíritu recorre las calles de León en busca de su fortuna que debe de estar enterrada en algún lugar de la ciudad. Pero el sentir popular es que la riqueza acumulada debe ser repartida, de alguna manera, entre la comunidad. Por ello, cuando una persona rica muere, su alma no puede descansar,  por lo que vaga errante entre los vivos hasta que su riqueza no se distribuya de alguna manera. El pueblo trata de esta forma de buscar la justicia de la repartición igualitaria después de la muerte cuando no se ha podido realizaren vida.

En la ciudad de León de Nicaragua, el personaje más popular es el espíritu de este rico militar que después de muerto sigue cabalgando por sus calles asustando a sus habitantes montado en su caballo, lujosamente vestido con charreteras, fajas y espuelas de oro. Solamente se deja ver por las mujeres, por los hombres ni se deja ver, aunque pueden sentir su látigo.

(tomado de la red)

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Eris

Hermana y compañera de Ares, dios de la guerra, era la diosa de la discordia. Provocó el hecho que desencadenó la Guerra de Troya.

 Cuenta la leyenda que Eris no había sido invitada a la boda de Tetis y Peleo, a la que asistían todos lo dioses. Ofendida, lanzó una manzana de oro en medio de todos, diciendo que se entregara a la diosa más hermosa de todas. Como las diosas no se ponían de acuerdo,  Zeus las envió al monte Ida y mandó a Hermes a buscar al príncipe troyano Paris para que fuera éste quién determinara qué diosa era la más bella. Atenea le ofreció la sabiduría y el triunfo en la guerra para que la eligiera; Hera, el poder y la riqueza; Afrodita le ofreció la mujer más hermosa del mundo. Paris eligió a Afrodita y, debido a la promesa, raptó a Helena de Troya, lo que motivó la guerra entre aqueos y troyanos.

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Los Gamonales

El folclorista nicaragüense Enrique Peña Hernández, en su libro ‘Folclore de Nicaragua', habla de Los Gamonales. Parece ser que en el cementerio de los indios de la Magdalena, se dan cita ciertas noches de luna, unos jinetes ricamente vestidos montados sobre caballos negros. Después de un rato de cuchicheo entre ellos, salen disparados en tropel cabalgando sobre sus corceles.

Los indios llaman Los Gamonales a estos jinetes y les temen, pues dicen que llevan unos látigos para golpear a quienes encuentran por las clalles y caminos. Nadie les ha visto la cara ya que van embozados y se cree que son los demonios. Sin embargo hay quienes opinan que, en realidad, son los espíritus de los antiguos caciques, que vienen montados sobre los caballos de los conquistadores españoles, para recordar su autoridad de entonces

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Obatalá (llamdo también Oxalá)

Uno de los dioses más importantes de la religión yoruba. Junto con Olodumare es el creador del hombre. Sincretiza con la Virgen de las Mercedes en la santería.

Hijo de Olofín, fue mandado por éste ala tierra para que la gobernara. Es el dueño de los pensamientos y de los sueños, y es amante de la paz. Los demás dioses lo respetan y lo tienen como abogado.

Cuenta una leyenda que tenía una hija muy bella, pretendida por Ikú, Aro y Ofo. Obatalá sabía que que si concedía la mano de su hija a cualquiera de los tres, los otros dos se vengarían y correría peligro la vida de su hija. Obatalá se convirtió en paloma y entristecido se quedó dormido. Cuando despertó emitió un bando que decía  que concedería la mano de su hija a aquel que le llevara un abani.

Resultó que cerca del palacio vivía un joven que amaba en silencio a la hija de Obatalá y decidió ir en busca del abani. Consultó a Orula , quien le hizo un trabajo para enamorar y le mandó ir al bosque a cantar. Por un camino del bosque venía Ikú con un abaní en un saco, pero era tan dulce el canto de del joven enamorado que, cuando lo oyó, soltó el saco y quedó petrificado. El joven tomó el saco, se lo llevó a Obatalá y éste le concedió la hija en matrimonio.

Lleva un bastón como cetro y símbolo de poder. Siempre viste de blanco y, en ocasiones, como Jesús Nazareno. Se le ofrecen palomas y gallinas blancas, también cualquier comida blanca y sin sal. En los bailes en su honor, se imitan los movimientos lentos de los ancianos  y de los jinetes que blanden espadas.

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