Nefertum

Era un dios de la mitología egipcia que simbolizaba el nacimiento del sol, su calor. Era el nuevo sol que nace del loto y emerge del mar.

Se le representaba como un hombre coronado con una flor de loto. También con cabeza de león o montado en un león y siempre con la flor de loto azul sobre su cabeza.

Se le consideraba el protector de la segunda hora del día y guardián y vigilante de las fronteras del Este, así como la garantía de la vida en el mundo venidero.

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El cuarto sol azteca

Después de la creación, los dioses observaron con preocupación que el sol alumbraba poco y se reunieron para crear uno nuevo. Tezcatlipoca se convirtió en sol y fue el primer Sol, inaugurando la primera era. Queatzalcóalt tuvo celos, derribó a Tezcatlipoca y él se convirtió en el segundo Sol. Durante un período de tiempo en el que ambos se pelearon,  los hombres fueron convertidos en monos, pues no terminaban de ser perfectos, después de dos creaciones. Entonces Tláloc se convirtió en el nuevo Sol; y fue el tercero. Tláloc hizo bajar fuego del cielo y los dioses tuvieron que convertir a los nuevos humanos en aves para que volaran y pudieran salvarse. Y fue entonces, cuando Chalchiuhtlicue, que era la diosa del agua, se convirtió en el cuarto Sol. Pero hizo llover tanto que los dioses para salvar a los hombres de morir ahogados, tuvieron que convertir a los hombres en peces.

Entonces los dos primeros soles, convertidos en árboles levantaron el cielo que había caído por la lluvia, pero los dioses quedaron frustrados pues no consiguieron crear el sol que habían ideado; por el contrario, la raza humana había desaparecido.

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Olodumare, el creador de los ‘Yoruba’

Según el mito del origen del pueblo  ‘Yoruba’, el dios Creador Olodumare envió a la tierra a Oduduwá para que diera vida a los primeros hombres a partir de la arcilla. Antes ya había sido enviado el pastor Obatalá con el mismo propósito, pero había fracasado. Oduduwá bajaba de los cielos con un gallo y un saco de arena, se escapó el gallo y, al intentar atraparlo, el saco de arena se le escapó de las manos, La arena caía sobre la tierra que estaba cubierta de agua. La arena se fue acumulando y formó un montoncito emergente. Entonces el gallo se posó sobre este montoncito y empezó a escavar  extendiendo la arena hasta formar el suelo de la tierra. Después, los humanos fueron creados.

En América hoy son muchas las personas de ascendencia yoruba, descendientes de esclavos. Su religión mantiene una gran influencia de la yoruba dando lugar a la ‘santería’,  ‘candomblé’ o la ‘umbanda’ en países como Cuba, República Dominicana, Venezuela, Colombia, Brasil, etc. Especial mención merece el ‘vudú’ tan conocido en Haití.

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El volcán de Turrialba

 

Esta leyenda costarricense explica el nacimiento del volcán de Turrialba en el distrito de Santa Cruz, provincia de Cartago. Era en el tiempo anterior a la llegada de los españoles. En la región de Turrialba vivía un pueblo feliz y culto, dedicado principalmente a la alfarería. Su cacique tenía una hija llamada Cira. Era una muchacha de quince años bella y esbelta que sabía manejar el arco y las flechas. Su padre la había prometido a un joven cazador, pero Cira no lo quería, ya que estaba enamorada en secreto de un indio de una tribu distinta que había conocido el día en que se reunieron todas las tribus de la región para danzar y jugar. Sólo lo había visto en aquella ocasión, pero desde entonces únicamente pensaba en él y en la manera de volverlo a encontrar.

Una noche en la que Cira no podía dormir, agobiada por el deseo de encontrarle, se levantó y echó a andar entre la espesura del bosque, bajo la luz de la luna, alejándose del campamento cada vez más. Cansada de caminar, se sentó junto a un árbol y se quedó dormida. En sueños vio cómo el joven a quien amaba se le acercaba y le daba un beso. Abrió los ojos y, en efecto, allí estaba su amado. Apenas se abrazaron, se dejó oír un clamor de gritos pronunciando su nombre. Era su padre que la buscaba acompañado de muchos indios de su tribu. El cacique al verlos, comprobó que Cira estaba con un amante que era de otra tribu y quiso matarlos. Pero, en el momento en que apuntó con su arco para atravesarlos, la tierra tembló, se abrió de repente y se tragó a los dos jóvenes. Al instante se levantó una enorme columna de humo y seguidamente la tierra escupió lava y piedras hasta convertirse en un volcán.

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Chukú, dios de los Ibos

En la tradición del pueblo de los Ibos existe la siguiente leyenda: Cuando murió el primer hombre sobre la tierra, los otros hombres lloraron su muerte y enviaron al dios Chukú un perro (otra versión dice que un camaleón) para pedirle que devolviera a su hermano a la vida. Pero el sapo, enemigo del orbe, se adelantó y llegó primero ante Chukú para decirle que los hombres estaban contentos y no querían volver de la muerte. Después llegó el perro con su mensaje y Chukú resolvió que volviesen las almas de los muertos pero no el cuerpo que habían tenido.

Los ibos creen pues en la reencarnación, Trabajan con ahínco en este mundo para ser más ricos en la próxima reencarnación. De ahí que los ricos no quieren reencarnarse  para no correr la mala suerte de volver siendo más pobres en otra vida.

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