Setanta (El Perro del Ulster)
En
uno de los mitos celtas de Irlanda se nos cuenta que, de pequeño, Setanta viajó
a la corte de Conchobar, rey del Ulster para unirse a un grupo de 150 jóvenes
guerreros. Cuando llegó, le retaron y luchó contra ellos con una sola mano. Al
ver que iba venciendo a todos, se rindieron y le nombraron su líder.
Conchobar
y sus guerreros visitaron a Chulain, el herrero que tenía un perro que cuidaba
sus rebaños y mataba a quien se acercaba a ellos. Cuando Setanta se acercó, el
perro le atacó, pero Setenta lo lanzó contra una roca y lo mató. Entonces se
quedó de guardián de los rebaños de Chulain durante un año, hasta que éste
domesticó a otro perro. Desde entonces Setanta empezó a llamarse Cúchulain, “El
perro de Chulain”.
El más valiente
Un
mito narra que Cúchulain conoció a un gigante que le retó a él y a sus dos
compañeros, Laoghaire y Conal, a una extraña experiencia.
Les
propuso a cada uno que lo decapitaran, siempre que le dejaran decapitarlos a
ellos también. Laoghaire tomó la espada, cortó la cabeza al gigante y huyó. El
gigante tomó su cabeza y se la volvió a colocar. Con Conal todo transcurrió
igual que con Laoghaire. Cuando le llegó el turno a Cúchulain, éste le cortó la
cabeza al gigante y no huyó, sino que le ofreció su cuello. Impresionado el
gigante, se negó a decapitarle y lo proclamó el hombre más valiente de Irlanda.
La guerra
El
pueblo del Ulster mantuvo una guerra con el pueblo vecino de Connaught. La
reina de este pueblo, Medb, pretendía llevarse el gran toro marrón, propiedad
del Ulster, como semental para sus vacas, pues el suyo, el gran toro de los
cuernos blancos, se había pasado al Ulster, pues no quería ser propiedad de la
reina Medb.
Cúchulain
fue el héroe absoluto en esta guerra. Fue venciendo en combates sucesivos. Medb
envió a su mejor luchador, Ferdiad. Ambos lucharon durante cuatro días hasta
que Cúchulain mató a Ferdiad.
Muerte de Cúchulain
Después
de una lucha tan larga contra el pueblo de la reina Medb, Cúchulain quedó
agotado y se sintió próximo a la muerte.
Entonces
se encadenó a una roca vertical para no arrodillarse y se preparó para el fin.
Ni siquiera entonces nadie se atrevió a atacarle, pero cuando la diosa de la
guerra, Morrigan, llegó en forma de cuervo y se posó sobre su hombro, se hizo
evidente que el héroe había muerto.
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