sábado, 27 de enero de 2018

El Pelao de Ibdes

La leyenda de “El Pelao de Ibdes” es conocida por la zona aragonesa de Calatayud y los pueblos cercanos al Monasterio de Piedra. Se cuenta de este gigantón que nació en la cueva de un oso, que este oso había matado a su padre y tenía encantada a su madre. El muchacho, siendo casi todavía un bebé, tuvo conocimiento de la situación, cogió una enorme tranca,  mató al oso y liberó a su madre.
Dejó a su madre en Ibdes, pueblo de la provincia de Zaragoza, donde empezaron a decirle “El Pelao” por no tener pelo, dado que era muy pequeño todavía y desde entonces fue conocido como “El Pelao de Ibdes”.
Empuñando su enorme tranca, se marchó a recorrer mundo y se encontró con otros tres gigantones que le siguieron: Arrancapinos, que arrancaba los pinos de un tirón; Batemontes, que de un puñetazo allanaba las montañas;  y Barbancha, que era pontonero de un anchísimo río.
Estando un día de tempestad en un viejo castillo, donde se habían refugiado, observaron que el humo que salía de cocinar formaba la figura de un viejo que bajaba a un pozo. Los gigantes se asustaron, pero no El Pelao. El muchacho siguiendo el humo, bajó al pozo y encontró tres puertas. Abrió la primera, que era de bronce,  y encontró a una joven prisionera de un león y, de un trancazo, mató al león y salvó a la joven. Abrió la segunda puerta, que era de plata, y encontró a otra joven hechizada por una serpiente de siete cabezas a la que mató de otro trancazo, y salvó a la muchacha. Abrió la tercera puerta, que era de oro, y encontró a una tercera joven encantada por el mismo diablo. Esta vez sólo pudo arrancarle una oreja con su tranca, pero mientras el diablo se dolía, pudo salvar a la joven. Cuando los gigantes vieron que podían quedarse con una joven cada uno, traicionaron al Pelao y lo dejaron en el fondo del pozo.
No tuvo más remedio El Pelao que negociar con el Diablo la salida del pozo. A cambio de la oreja, sin la que no se atrevía a volver al infierno por vergüenza, el diablo le prometió riquezas y el casamiento con una princesa real. El Pelao aceptó, salió del pozo agarrado de la otra oreja del diablo y, al poco tiempo vio cumplidas todas las promesas del demonio, siendo además nombrado capitán de las tropas del rey


(Versión libre de esta leyenda que encontré escrita por José R. Olla)

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