El Pelao de
Ibdes
La leyenda de “El Pelao de Ibdes” es conocida por la zona
aragonesa de Calatayud y los pueblos cercanos al Monasterio de Piedra. Se
cuenta de este gigantón que nació en la cueva de un oso, que este oso había
matado a su padre y tenía encantada a su madre. El muchacho, siendo casi
todavía un bebé, tuvo conocimiento de la situación, cogió una enorme
tranca, mató al oso y liberó a su madre.
Dejó a su madre en Ibdes, pueblo de la provincia de
Zaragoza, donde empezaron a decirle “El Pelao” por no tener pelo, dado que era
muy pequeño todavía y desde entonces fue conocido como “El Pelao de Ibdes”.
Empuñando su enorme tranca, se marchó a recorrer mundo y
se encontró con otros tres gigantones que le siguieron: Arrancapinos, que
arrancaba los pinos de un tirón; Batemontes, que de un puñetazo allanaba las
montañas; y Barbancha, que era pontonero
de un anchísimo río.
Estando un día de tempestad en un viejo castillo, donde
se habían refugiado, observaron que el humo que salía de cocinar formaba la
figura de un viejo que bajaba a un pozo. Los gigantes se asustaron, pero no El
Pelao. El muchacho siguiendo el humo, bajó al pozo y encontró tres puertas.
Abrió la primera, que era de bronce, y
encontró a una joven prisionera de un león y, de un trancazo, mató al león y
salvó a la joven. Abrió la segunda puerta, que era de plata, y encontró a otra
joven hechizada por una serpiente de siete cabezas a la que mató de otro
trancazo, y salvó a la muchacha. Abrió la tercera puerta, que era de oro, y
encontró a una tercera joven encantada por el mismo diablo. Esta vez sólo pudo
arrancarle una oreja con su tranca, pero mientras el diablo se dolía, pudo
salvar a la joven. Cuando los gigantes vieron que podían quedarse con una joven
cada uno, traicionaron al Pelao y lo dejaron en el fondo del pozo.
No tuvo más remedio El Pelao que negociar con el Diablo
la salida del pozo. A cambio de la oreja, sin la que no se atrevía a volver al
infierno por vergüenza, el diablo le prometió riquezas y el casamiento con una
princesa real. El Pelao aceptó, salió del pozo agarrado de la otra oreja del
diablo y, al poco tiempo vio cumplidas todas las promesas del demonio, siendo
además nombrado capitán de las tropas del rey
(Versión libre de esta leyenda que encontré escrita por
José R. Olla)
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