martes, 29 de marzo de 2016


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 El Kraken

En la mitología escandinava se describe al Kraken como un pulpo gigantesco del tamaño de una isla flotante, capaz de hacer naufragar a los barcos y de devorar a los marineros.
Desde siglos atrás se encuentran afirmaciones por parte de los marineros noruegos de avistamientos de este animal. Afirman, entre otras cosas, que puede medir hasta noventa metros de alto, que las ventosas de sus tentáculos miden dos metros de diámetro y que el color negro de las aguas de Noruega es debido a la tinta que el animal suelta en su mecanismo de defensa.
Se dice además que habita en las cavernas de las profundidades marinas, donde deposita los restos de los cadáveres, después de saciarse, para cuando su apetito vuelva a despertar.

 Hay quien afirma que es tan voraz que, con sus larguísimos tentáculos, ha alcanzado a todos los moradores de las islas tropicales, dejándolas vacías.

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miércoles, 23 de marzo de 2016

ÁGAVE

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Fue la hermana de Sémele que más se ocupó de difundir el rumor de que Sémele había tenido una aventura con un mortal y que Zeus la había castigado con la muerte por decir ella que estaba embarazada del dios.

Más tarde Dioniso, hijo de Sémele, vengó a su madre, castigando a su tía Ágave por su calumnia. Ágave, sin saberlo y creyendo que era un león, decapitó a su propio hijo Penteo, rey de Tebas.

jueves, 17 de marzo de 2016

La flor del ceibo

Anahí, la hermosa doncella, alegraba con su presencia la tierra de los guaraníes. Se adornaba con abundantes collares y pulseras y contemplaba inocente su belleza en los riachos que desembocan en el Paraná.
En sus diarios paseos fue descubierta entre la maleza por un soldado español, de esos que habían venido con el propósito de quitar el suelo a sus mayores.
Anahí sólo recordaba que esos hombres blancos eran malos y crueles con sus hermanos de raza.
Y viéndole y creyéndole motivo de sus burlas, le disparó una flecha certera.
Cayó el soldado herido de muerte. Mientras Anahí huía con la rapidez del gamo.
Pero no tardaron en advertir lo acontecido los compañeros del soldado, quienes pudieron apresar a la joven para someterla a un horrible castigo.
La ataron fuertemente a un árbol, ciñendo su cuerpo con abundantes ligaduras, mientras ella intentaba vanamente desasirse. Luego buscaron ramas por los alrededores, y aplicándolas al pie del árbol. Les prendieron fuego.
No demoraron las llamas en surgir del suelo, en forma de puntas onduladas. La joven estaba condenada a morir quemada. Consumada así la venganza, los soldados se alejaron.
La noche cubrió el paisaje. La luz del amanecer permitió apreciar una mudanza en él.
El árbol que había unido su destino al de la bella indígena, no mostraba, como era de suponer, los rastros de la acción del fuego. Lejos de eso, se presentaba verde y lozano en su ramaje. Vistosas flores lo hacían más apreciable.
¿Qué había ocurrido? Las llamas, al envolver el cuerpo de Anahí, se habían prendido de las ramas sin causar daño, pues la joven, en su inmenso amor al suelo donde nació, había aplicado su sacrificio para embellecer el paisaje, que desde entonces contaría con un árbol nuevo.
Y por eso el ceibo adorna la región, recreando la vista de todos.


Clelia Gómez Reynoso (Leyendas para niños)



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viernes, 11 de marzo de 2016

SÉMELE

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Cuando Sémele, madre de Dioniso, murió por no poder resistir la luz cegadora de Zeus, las hermanas de Sémele hicieron correr el rumor de que había tenido un amante vulgar pero que ella se jactaba de haber obtenido los favores de Zeus y éste, para castigarla, la había fulminado.

Sémele fue rescatada del infierno por su hijo Dioniso y, resucitada, fue llevada al cielo, donde lleva el nombre de Tione.

miércoles, 2 de marzo de 2016

La cascada de la india que se murió de amor. (Leyenda venezolana)

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"Aquella mañana los corazones de los indios Bailadores saltaban de alegría. La princesa Carú, hija del cacique Toquisai, iba a casarse con el hijo del cacique de los Mocotíes, un joven muy apuesto y valiente guerrero. Ya se acercaba la hora anhelada. El Banquete estaba listo y el alma de Carú palpitaba de nervios y canciones.
De pronto, los centinelas que oteaban el horizonte desde los picachos más altos, anunciaron alarma y peligro. Venían unos seres extraños que avanzaban quebrada los soles con sus pechos de hierro y montados en unas bestias enormes.
Los indios Bailadores se prepararon para el combate. Juan Rodríguez Xuárez también alistó a sus hombres.
Fuego, hierro y caballos abrieron un torrente de sangre en el valor de los Bailadores que sólo contaban con sus macanas y flechas.
El monte se fue llenando de cadáveres.
El novio de Carú estaba entre los que encontraron la muerte en el combate. Un dolor insoportable rompió el alma de Carú. No podía ser verdadera tanta desgracia.
El Dios de la vida que montaba en la cumbre de la montaña, la devolvería a su amado, para recorrer junto a él ese largo camino de felicidad que había sido violentamente cortado.
Con una increíble fortaleza que brotaba de su amor, Carú cargó el cadáver cerro arriba. Llegó con él a la cumbre, donde moraba la divinidad, para rogarle que le devolviera la vida. Al tercer día, le fallaron por completo las fuerzas. No pudo proseguir más. Abrazada al cuerpo de su amado, quedó muerta.
El dios de la montaña recogió sus lágrimas y las arrojó al espacio para que su pueblo y todos los que habitaban después estas tierras, conocieran y recorran la suerte de Carú.
Y allí está la bellísima cascada de Bailadores, lágrimas eternas de Carú, sollozo inagotable del corazón indígena”


Pérez – Esclarín, Antonio

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