Cuando los romanos conquistaron el pueblo etrusco adoptaron su dios Tinia
con el nombre de Diospiter o Júpiter (padre del cielo). Después, cuando
conquistaron Grecia le añadieron algunas características de Zeus.
Era la suprema deidad romana, la fuente de todo poder, el dios del cielo y
de la luz del día.
Esta práctica de adoptar los dioses de los pueblos conquistados era
habitual en la antigua Roma. De modo que los romanos después de sus conquistas,
adoptaron la mayoría de los dioses de los pueblos conquistados, especialmente
los de los pueblos itálicos y griegos, romanizándolos.
Dioses romanos y sus
homólogos griegos:
El homólogo
griego del dios romano de la curación, Esculapio, era Asclepio.
El del sol,
Apolo, era Apolo. No tenía equivalente romano, aunque literatos posteriores
hacían referencia a él como Febo.
El del vino,
Baco, era Dionisio
Ceres, la diosa
romana de la cosecha era la griega Deméter.
El homólogo
griego del dios romano del amor, Cupido, era Eros.
Diana, la diosa
romana de la caza, era la griega Artemisa.
Juno la consorte
de Júpiter, era en Grecia Hera, consorte de Zeus.
Júpiter, el
supremo dios romano, ya hemos dicho que en Grecia fue Zeus.
Marte, el dios
romano de la guerra tuvo a Ares como homólogo en Grecia.
Mercurio, el
dios romano de los negocios, era Hermes en Grecia.
Minerva, la
diosa romana de la sabiduría, era Atenea en Grecia.
Neptuno, dios
romano del mar, fue en Grecia Poseidón.
La diosa romana
del amor, Venus, tuvo en gracia su homóloga en Afrodita.
La diosa del
hogar en Roma fue Vesta y en Grecia Hestia.
Vulcano, el dios
romano del fuego, en Grecia era Hefesto.
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