El vaquero del otro mundo

Es un mito de la cultura colombiana. Cuenta que este personaje suele aparecer en noches de luna llena en las grandes haciendas. Aparece montado en un caballo negro, pertrechado de silla brillante y riendas doradas. Es un espectro de ojos amarillos y dientes de oro.

Su presencia viene anunciada por un estruendo de ruidos y bramidos de un ganado numeroso guiado por vaqueros. Llega acompañado de siete perros feroces, haciendo cabriolas con su caballo y al son de una acordeón, de risas y silbidos.

Su presencia supone la desgracia para algunos, mientras que para otros es signo de fortuna. Generalmente invita a las personas que encuentra en los caminos a subirse con él en el caballo para hacerlas desaparecer. El mito dice que se convierten en almas en pena.

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Renenutet

Diosa egipcia protectora de la descendencia de los reyes y de la suerte de los hombres. Es una diosa con cabeza de serpiente, relacionada con la alimentación y las cosechas. A ella se le dedicaba como ofrenda el primer pan, el primer vino o la primera cerveza producida. El Nilo, que era su esposo (Sobek), le ayudaba en la fertilidad de la tierra, depositando el limo en sus inundaciones.

Como encarnación de la maternidad, se representaba como una mujer o como mujer con cabeza de cobra, amamantando a su hijo. También era considerada como encargada de dar alimento a los difuntos para sobrevivir en el más allá.

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El pescador y la foca

Según la tradición celta, las focas tienen el poder de cambiar su piel y trasformarse en figura humana. Cuenta una leyenda que un pescador encontró un día a dos mujeres en una playa que jugaban a perseguirse. Al lado, en unas rocas, vio unas pieles. Se acercó, examinó una de ellas y comprobó que eran de foca. Al verlo, una de las mujeres corrió hacia las rocas, cogió una piel se la puso por encima y se sumergió en el mar. La otra mujer suplicó al pescador que le devolviera su piel, más el pescador vio qe era hermosa y quiso tomarla como esposa. Ella accedió, se marchó con él y se casaron.

Tuvieron dos hijos, pero pasado el tiempo, el pescador notó que su esposa estaba melancólica y que muchas madrugadas salía a pasear. Un día la siguió sin ser visto y vio cómo se dirigía a una cueva y allí hablaba con alguien que no se daba a ver. Al día siguiente, de vuelta a casa  vio a dos focas sobre las rocas. Una de ellas era un macho que, dirigiéndose al sorprendido pescador,  le recriminó haber sido el causante de su desgracia, pues había seducido a la foca de la que estaba enamorado. La otra foca miró al pescador con dulzura; y cuando éste quiso reaccionar, no pudo retenerla, sólo pudo ver cómo ambas focas se sumergían en el mar.

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Nejbet

Diosa egipcia solar, protectora del faraón, escupiendo fuego contra quien pretenda hacerle daño. Protectora también de los nacimientos y de las guerras. Se la suele representar con apariencia de buitre blanco, también como mujer con una flor de loto; a veces, como una vaca maternal.

Era conocida como ¡Madre del sol’, ‘Hija de Ra’ o ‘Corona blanca’.

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El callejón del beso

Existe en la ciudad de Guanajuato (México) un callejón tan estrecho que, asomado uno a la ventana de un edificio, es posible tocar con la mano extendida la pared del edificio de enfrente. Este callejón es conocido como ‘el callejón de beso’ por la historia que se cuenta tuvo lugar en él.

Cuenta el mito que en uno de estos edificios vivía una joven muy hermosa llamada Carmen, cuyo padre era intransigente y proyectaba casarla en España con un anciano noble y  rico. Carmen, sin embargo era cortejada por Luis, un joven apuesto a quien correspondía. Cuando el padre se enteró,  amenazó a Carmen con enviarla a un convento, pero, de momento, la mantuvo encerrada en la casa familiar. Ante tal situación, el joven Luis pensó que lo mejor para seguir viendo a su amada era comprar la casa que estaba enfrente justamente de la casa de Carmen y así lo hizo.

El primer encuentro de los enamorados a través de las ventanas fue sorpresivo para Carmen y muy emocionante para ambos: podían tocarse, besarse  y abrazarse.  Estos encuentros felices tuvieron lugar durante un tiempo. Pero un día, el padre de Carmen, entró en la habitación de su hija, sospechando algo y, al verlos, no dudó ni un momento en clavar en el pecho de su hija el puñal que siempre llevaba consigo. A Luis no le quedó sino depositar el último beso en la mano esangüe de su amada.

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