Testimonios acerca de aparecidos en la curva
Un camionero se dirigía a su destino en un pequeño pueblo de la
sierra. Era un día de verano sofocante. Al pasar por una gasolinera vio a una
anciana de pie en el andén haciendo autostop. Como iba bien de tiempo, decidió
parar a recogerla. Así, emprendieron juntos el camino hacia el pueblo de la
señora, que pillaba de camino al pueblo de destino del camionero. Al llegar a
un punto de la carretera, en una curva pronunciada, la anciana advierte: Tenga
cuidado aquí, que fue donde mi hija y yo nos matamos. Al girar la cabeza el
camionero, la anciana ha desaparecido.
Recopilador: Iván Fernández Elices
La
curva de Torreseca
Cuenta la leyenda que la curva de Torreseca está encantada. Todo
esto comenzó una noche lluviosa. Más o menos a las 11:45 de la noche se
dirigían una pareja de recién casados en viaje de novios hacia un destino
indefinido. La felicidad de los dos se palpaba en el ambiente; aunque la
seguridad del muchacho ante el volante era indiscutible, la chica le preguntó:
—¿No crees que vas muy deprisa?
—¡No! —dijo él—. ¡Vamos, voy a setenta!
—Sí, pero está lloviendo —replicó ella, cada vez más inquieta.
—No te preocupes...
Justo después de decir estas palabras, el coche patinó; se
deslizó por la carretera y se despeñó por un barranquillo al pie de una curva
muy cerrada; los dos amantes, marido y mujer, murieron en el acto.
Un año después, un hombre que viajaba por la carretera recogió a
una muchacha vestida de novia. Él la ofreció su cazadora para que no pasara
frío. Al instante, ella dijo: «Gracias; por favor, frene. En esta curva me maté
yo». El hombre desvió su mirada hacia ella y frenó en seco: habían desaparecido
ella y la cazadora.
Un tiempo después, el hombre se dirigió hacia la tumba de
aquella pareja que se mató en la curva y encontró su cazadora encima de la
lápida de la tumba de ella.
Desde entonces, cuenta la leyenda que en las noches de lluvia,
si vas por la carretera de la curva de Torreseca, es de noche y te encuentras
con una mujer vestida de novia haciendo autoestop, debes recogerla. Si no la
recoges, tu muerte es segura...
(De la red)
La curva de la muerte
Cuenta la leyenda que una joven asturiana se mató en una curva,
llamada la curva de la muerte. Dicen que cuando vas llegando a la curva te
encuentras con una joven vestida de blanco haciendo autostop. Si detienes el
coche, ella se monta y te dice: Ten cuidado que en esta curva me maté yo.
Después la chica desaparece sin decir nada.
Esto también es muy sonado en un pueblo antes de llegar a
Madrid: Navalcarnero.
Recopilador: Marta Bernabé Mesa
Se cuenta en Gran Bretaña que en un pequeño pueblo, hace tiempo,
vivía una joven chica, la cual salió un día de casa para ir de fiesta con sus
amigos, y ésta no volvió más. La chica parece ser que murió en un accidente de
tráfico, en una curva muy cerrada, y que su cuerpo no fue encontrado.
Dicen que los días de luna llena, algunos conductores han visto
a una joven chica haciendo autostop y que el coche que la recoja tendrá una
ingrata sorpresa.
Dicen que al que recoja a esa chica ésta no le dirigirá la
palabra hasta estar cerca de una curva, donde la chica dice: Aquí es donde tuve
yo mi accidente y donde tendrás tú el tuyo, y se produce lo dicho.
Recopilador: Enrique Laso Quintana.
La muchacha de la curva
Una noche iban en un coche una muchacha y su familia por una
carreterra de la Vera. Cuando llegaron a una curva muy cerrada y peligrosa se
estrellaron, y la muchacha y su familia (padre, madre y hermana) desaparecieron.
Sus familiares no volvieron a saber nada de ellos.
En la actualidad cada cierto tiempo (probablemente cada año, en
el mismo día y a la misma hora) la muchacha hace autostop a los camioneros que
pasan por allí y el propio camionero la recoge. El camionero le pregunta por
qué está haciendo autostop una muchacha tan joven. Ella le dice que tenga
cuidado en la curva, que se va a matar. Entonces la muchacha desaparece y el
cmionero se mata en la misma curva donde desapareció ella.
Hoy en día, la muchacha todavía sigue apareciéndose por la noche
a los camioneros que pasan por allí. Todavía no se sabe con exactitud cómo y
cuándo se aparece.
Recopilador: Raúl Barroso Curiel.
La novia de la
muerte
La historia de Verónica sucedió hace bastante tiempo. Ésta iba
vestida de novia, ya que iba a celebrar su boda, y murió en nun accidente de
tráfico. El accidente ocurrió en una curva y como testigo tuvo a la luna llena.
Por este motivo, cuando llueve y hay luna llena, cuentan que en
dicha curva, donde Verónica encontró la mueerte, se te aparece vestida de novia
y tú mueres.
Por eso a verónica se le conoce como la novia de la muerte.
Recopiladora: Soledad Fernández Sánchez (de la red).
La rubia de Kennedy
Un rumor erizó los pelos y provocó escalofríos en los habitantes
de Santiago de Chile en 1979. Y pronto llegó a las páginas de los periodicos
nacionales: se aseguraba que una joven y atractiva mujer rubia, vestida con un
largo abrigo de piel blanco, hacía dedo
a los automovilistas por las noches en Avenida Kennedy, entre Américo Vespucio
y jerónimo de Alderete. Por lo general,
se acercaba a los vehículos ocupados por matrimonios y les pedía que les
llevara a un supermercado cercano. Cuando accedían, se subía al asiento posterior.
Una vez en el interior y cuando los choferes comenzaban a acelerar, les decía
con una suave voz: Por favor no corra. Más despacio, más despacio. Luego se
desvanecía sin dejar rastro. Y sin que
se hubiera detenido el auto ni abierto sus puertas. Incluso varios de ellos
eran de sólo dos puertas.
Muchos aseguraron haberla visto. Otros juraron que la habían
llevado. Incluso algunos dejaron constancia del hecho en la Comisaría de las
Tranqueras y dos taxistas —Miguel Castañer y Carlos Sanhueza— concedieron
entrevistas en las que revelaban los detalles de su encuentro sobrenatural.
La explicación también se expandió como rumor: un año antes, una
mujer, al volver de una comida con su novio, habría muerto en un accidente
automovilístico en las esquinas de Avenida Kennedy y Jerónimo de Alderete. El
diario La Segunda afirmó entonces que un familiar de ella se había comunicado
con el diario para ratificar la veracidad de los hechos. Se dieron datos más
precisos: era una mujer llamada Marta Infante, que trabajaba en la Corporación
de la Madera y que murió el 8 de agosto de 1978.
Recopilador: César Parra (De la red)
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