El Sillón del Diablo en
Valladolid
Se trata de una
silla de madera de cedro, de respaldo de cuero y de brazos desmontables, que se
encuentra en el Museo Arqueológico de Valladolid y de la que se dice que quien
se sienta en ella muere a los dos o tres días.
La leyenda cuenta que es la silla donde se sentaba Andrés
para escribir las enseñanzas que recibía del diablo en un pacto que mantenía
con él, por el que recibía conocimientos en medicina para practicar autopsias a
seres vivos.
Andrés era un joven portugués de 22 años que llegó a la
Universidad de Valladolid a mediados del siglo dieciséis, para estudiar
anatomía en la facultad de medicina. Andrés realizaba autopsias en el sótano de
la casa en la que vivía a toda clase de animales vivos, de manera clandestina.
Hubo una misteriosa desaparición de un niño de nueve años y de ningún modo se
daba con su paradero. Los vecinos de Andrés oyeron gritos y llantos provenientes
del sótano y lo denunciaron a las autoridades. Al parecer, el espectáculo
ofrecido a los ojos, al abrir la puerta del sótano, fue sobrecogedor: sobre una
mesa de madera estaba el niño descuartizado, junto con otros restos de
animales.
La Inquisición condenó a Andrés a morir en la hoguera.
Sus pertenencias fueron subastadas, así como la silla. Ésta nadie quiso
adquirirla y fue llevada a la capilla universitaria, donde se mantuvo por
tiempo antes de ser trasladada al Museo.
(Resumen personal de la información recogida en la red)
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