PENTEO


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Rey de Tebas y primo de Dioniso, trata a éste de impostor y charlatán cuando Dioniso quiere imponer su culto en Tebas. Penteo intenta encadenar a Dioniso cuando éste ataca a las mujeres sumiéndolas en delirio y haciéndolas huir a las montañas vestidas de bacantes.

Dioniso se desprende de las ataduras y el palacio real es incendiado.

Penteo, aconsejado por Dioniso, va hasta el monte Citerón para espiar a las mujeres y ver los excesos a los que se han sometido. Penteo se oculta tras un pino pero las mujeres lo descubren, arrancan el árbol y descuartizan a Penteo.

Su propia madre, Ágave le corta la cabeza, creyendo que es un león y con la cabeza de Penteo, clavada en un tirso, vuelva a Tebas y sólo entonces le hacen caer en la cuenta de que ha decapitado a su propio hijo.

Por qué el cocodrilo tiene la piel áspera y rugosa

En algunas aldeas de Namibia cuentan que hace mucho, mucho tiempo, el cocodrilo tenía la piel lisa y dorada como si fuera de oro. Dicen que pasaba todo el día debajo del agua, en las aguas embarradas y que sólo salía de ellas durante la noche, y que la luna se reflejaba en su brillante y lisa piel. Todos los otros animales iban a esas horas a beber agua y se quedaban admirados contemplando la hermosa piel dorada del cocodrilo.

El cocodrilo, orgulloso de la admiración que causaba su piel, empezó a salir del agua durante el día para presumir de su piel. Entonces, los demás animales, no sólo iban por la noche a beber agua, sino que se acercaban también cuando brillaba el sol para contemplar la piel dorada del cocodrilo.

Pero sucedió, que el sol brillante, poco a poco fue secando la piel del cocodrilo, cubierta de una capa de reluciente barro, y cada día se iba poniendo más fea. Al ver este cambio en su piel, los otros animales iban perdiendo su admiración. Cada día, el cocodrilo tenía su piel más cuarteada hasta que se le quedó como ahora la tiene, cubierta de grandes y duras escamas parduzcas. Finalmente, ante esta transformación, los otros animales no volvieron a beber durante el día y a  contemplar la hermosa piel dorada del cocodrilo.

El cocodrilo, antes tan orgulloso de su piel dorada, nunca se recuperó de la vergüenza y humillación y desde entonces, cuando otros se le acercan, se sumerge rápidamente en el agua, con sólo los ojos y orificios nasales sobre la superficie.

Fuente: ikuska.com

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SATIROS

Son genios de la naturaleza incorporados al cortejo de Dioniso. Son llamados también silenos.

Unas veces se les representaba con la parte inferior de caballo y la superior de hombre; otras veces la parte animal era la de un macho cabrío. En uno y otro caso llevan una cola larga semejante a la del caballo y el miembro viril perpetuamente erecto y de proporciones sobrehumanas.

Son imaginados bailando en el campo, bebiendo con Dioniso y persiguiendo a las ménades y a las ninfas.

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El viento Zonda

En la cultura Calchaquí, perteneciente a los pobladores que habitaban las actuales provincias argentinas de Salta, Catamarca y Tucumán, antes de la llegada de los españoles, se narra la leyenda del “Viento Zonda”. Habiendo visto, en la red, varias versiones  de la misma, paso a resumir lo común en todas ellas:

En los valles calchaquíes, vivía un joven indio, cazador implacable, famoso  por su destreza en el manejo de las armas, pero también por no dejar con vida ningún animal que se cruzase en su camino, fuesen guanacos, vicuñas, cóndores o cualquier clase de aves, no respetando ni las crías. Los valles se iban quedando despoblados de animales y la Pachamama estaba muy enfadada con el exterminio que el indomable indio llevaba a cabo. De modo que, un día en que el joven volvía cargado de caza, la Pachamama le salió al encuentro y, después de recriminarle duramente su proceder, le recordó que sólo debería cazar para procurarse el alimento y le amenazó con castigarle severamente si continuaba exterminando a los animales.

El joven indio se mantuvo por un tiempo alejado de los animales, meditando en su corazón las palabras de la Pachamama. Pero sucedió que con el tiempo se olvidó de la amenaza que recibiera y volvió a acosar a los animales con más crueldad y odio en su corazón.

Una tarde, mientras estaba descansando, recostado en el tronco de un árbol oyó un silbido terrible, al tiempo que la furia de la madre tierra azotaba su rostro, en forma de viento huracanado. Al momento, se vio envuelto en un remolino de hojas, ramas y piedras, que lo elevó en el aire y lo desplazaba vertiginosamente en medio de una nube rojiza.

Se dice que, cada vez que alguien se excede contra algún animal, un frenético vendaval recorre los valles andinos, llevando la destrucción y la muerte. Es el viento Zonda.

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