Así llamado en
la mitología guaraní, por otras regiones sudamericanas recibe también los
nombres de lobisón, lubisonte, luisón, Luis Rufino malo o Yagué bicho. Es lo
que en Europa se conoce como hombre –lobo.
Dice la leyenda
que el séptimo hijo varón del mismo padre y de la misma madre, todos los
viernes por la noche se transforma en un animal parecido al perro o al cerdo y
va por los gallineros comiendo excrementos y por los cementerios, desenterrando
restos.
A este hombre
que sufre el maleficio, se le reconoce porque es flaco, alto, de gran palidez y
despide un olor desagradable. Suele guardar cama los sábados por el dolor de
estómago que le producen las inmundicias que come los viernes.
El modo de
alejar al lobizón es rezar de rodillas un padre nuestro o arrojarle agua
bendita o un tizón encendido o hacer la señal de la cruz. Si el lobizón pasa
por debajo de las piernas de otro hombre, él quedará curado y este otro hombre
se convertirá en lobizón.
Se dice también
que la séptima hija del mismo padre y de la misma madre, se convierte en bruja
y que queda soltera.